miércoles, 8 de octubre de 2014

Reflexión tras 4 años...

Me encuentro en un punto de mi vida en el que no quiero ver la realidad, pues aunque lo niegue, mis actos demuestran que no estoy sana, que la recuperación no llega, y que este maldito trastorno no me abandona nunca.

Mi universo entero gira en torno a la palabra "comida", y por culpa de ésta el cauce de mi futuro se ha desviado hacia otros destinos que no esperaba. He luchado con todas mis fuerzas y he intentado canalizar mi vida, pero ya mismo no sé ni lo que quiero ni lo que no.

Quizás estas palabras a modo de introducción os sonarán a muchas/os, puede que os encontréis en una situación parecida a la mía, y de verdad, si es así os agradecería vuestra colaboración y apoyo, porque parece que yo sola no puedo con esto.

Realmente, cuando no te salen las palabras y sustituyes todo ello por comida, descubres que el verdadero problema no está en la imagen frente al espejo, en las calorías que ingieres, en la báscula, la ropa, el ejercicio... sino en tu mente, en ti misma, en tu personalidad, en quien eres, en quien quieres ser, en tu propio ser, en tu alma, tu esencia... Amortiguas tu frustración castigándote, hiriéndote, y desviando tu atención hacia asuntos banales que realmente, solo reflejan la inseguridad e inmadurez de tu alma, tu angustia y tu miedo.

Cuando era más niña me sabía la teoría de memoria, pero no comprendía del todo la realidad. Ahora que estoy mucho más cerca de la edad adulta que de la adolescencia, lo veo más claro. No puedo ser perfecta. Nadie lo es. Realmente, la felicidad se encuentra en las cosas pequeñas, y no es rico el que más tiene, sino el que con menos se conforma. Aunque siempre tendré un espíritu ambicioso y exigente, no puedo exigirme algo que me induce a huir de mi propio yo, a ser quien que no soy, alguien que me cuesta reconocer, aunque en realidad, nunca me he conocido del todo. Pero no importa.

Como dice la canción: "I am beautiful no matter what they say, words can't bring me down".

Actualmente tengo 19 años, camino de 20, y fui diagnosticada de anorexia nerviosa a los 15. Tenía un cuerpo de chica mayor, que no concordaba con mi edad, y mi complexión esbelta, que nunca fue gorda, me daba una "madurez" que no poseía. Por ello, y por muchas otras cosas, enfermé de un mes para otro, casi sin darme cuenta, sin querer, y restringí alimentos de tal forma que me encontraba cavando mi propia tumba de forma lenta y semiconsciente, casi como un suicidio premeditado. Toqué fondo cuando mi corazón rozó las 30 pulsaciones por minuto (el mínimo normal es 60), mientras mi madre contenía las lagrimas junto a mí, que yacía en una camilla de la sala de urgencias, y el cardiólogo auguraba una muerte súbita por bradicardia severa. Yo no temía por mi vida, total, si no tenía ganas de empezar un nuevo día, no había ilusión, ni desilusión, estaba vacía por dentro y por fuera... Solo quería esfumarme y desvanecerme para que se acabase todo ese sufrimiento, para no luchar contra algo a lo que no podía vencer.

Pero ingresé de nuevo en la clínica, por quinta vez consecutiva en un año, y me dejé llevar, dejé de pensar, y poco a poco mi "parte buena" se interpuso a mi "parte mala". Perdí amigas, familia, la confianza de quienes me conocían, y solo me tenía a mí misma. Ni siquiera mi madre quería venir a la clínica porque le estaba costando una enfermedad a ella también. Me sentía culpable.

Pero pronto recuperé peso y tanto buenas noticias como malas tocaron a la puerta. Al poco de salir de la clínica falleció mi abuela, y me prometí a mí misma no darle más disgustos a la familia que me quedaba, ni a ella, al menos desde el cielo, y a salir adelante y lograr mis metas para que estuviese orgullosa de mí.

Así, seguí con mis estudios, y llegué a segundo de bachiller, luego selectividad, y entré a la carrera que quería. Tuve que irme a vivir fuera porque no había plazas en mi localidad, y falleció entonces mi abuelo. Otro palo, pero otro golpe de realidad. Mientras, tenía que poner todas mis fuerzas en los estudios, pero fracasé. Repetí curso, y tras un verano espantoso, me volví comedora compulsiva. Aumenté hasta el doble de mi peso, y nuevamente volví a fracasar. No podía concentrarme, me pasaba los días comiendo sin querer pensar, intenté inducirme el vómito sin éxito, me purgué con laxantes, compensé la ansiedad con ejercicio frenético, pero nada dio resultados. Este año quise acabar con todo el tormento, e intenté suicidarme. Me tomé una caja de pastillas, pero no surgió efecto. Vomité la dosis mortal de diazepam, y entonces comencé de nuevo desde cero. A finales de mayo fui al psiquiatra y me diagnosticó depresión moderada y me recetó antidepresivos. Mejoré notablemente, pero no del todo. Conseguí bajar algunos kilos este verano, y mi apariencia física mejoró notablemente.

Pero tras semanas de dieta y buen comportamiento, hoy atraqué la cocina y me encuentro fracasada, me siento culpable y deprimida. Estoy faltando a clase nuevamente, no tengo ganas de nada, y no sé en quien confiar. Vivo en un piso de estudiantes, lejos de mi casa y de mi tierra, de mis amigos (los pocos que me quedan...) y no sé qué hacer. Me invade la pena, y realmente solo quiero estar tranquila y vencer esta mierda de una vez por todas, pero es imposible. No quiero estudiar, no quiero salir, no quiero conocer a nadie, no quiero hacer nada, solo llorar y correr junto a mi madre como si fuera una niña pequeña. Soy franca, y sé que esa no es la manera, pero... ¿qué otra cosa me queda? ¿En quien confío? ¿Qué hago conmigo misma?

Estoy engordando nuevamente, ahora que mi IMC ya no apuntaba "sobrepeso", lo ha marcado nuevamente. Ya ni me gustan los hobbies que antes practicaba, no encuentro tranquilidad, no hay paz en mi interior, solo ganas de gritar. Voy a echarlo todo a perder. Ya ni me gustan los hobbies que antes practicaba, no encuentro tranquilidad, no hay paz en mi interior, solo ganas de gritar. La depresión me ha vaciado por dentro, desde que enfermé me encuentro sin alma, sin esencia. Quiero ser fuerte, pero ¿cómo?

Por favor, si has leído hasta aquí, necesito ayuda. Si te sientes identificad@ con mi historia, estaré encantada de escucharla. Gracias, nuevamente, a todos vosotros. Solo pido ser feliz y "normal", como la chica que era antes.

Os quiero




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